En Navidad escucha su latido
«Escucha su latido» no fue solo un lema; fue una realidad que vivimos intensamente del 27 al 29 de diciembre en la Cocina Económica de Santander

un espacio donde las Hijas de la Caridad realizan su labor incansable. Un grupo de jóvenes decidimos romper con nuestra rutina diaria para sumergirnos en una experiencia que cambiaría nuestras vidas, compartiendo tiempo, alegría y mucho amor con los niños de las familias atendidas en este centro.
La experiencia comenzó con ciertas dudas e inseguridades típicas del primer encuentro: «¿Y si no me entienden o no les gusto?». Sin embargo, estos temores se disiparon rápidamente una vez que comenzamos a interactuar. A través del juego, la conversación y el compartir cotidiano, las barreras se esfumaron, demostrando que la verdadera conexión surge del corazón abierto y de la disposición a estar presentes.
El fin de semana estuvo repleto de actividades: comenzamos con una formación inicial que nos preparó para interactuar adecuadamente con los niños, siempre enmarcados por momentos de oración al inicio y al final del día. Los talleres creativos fueron un punto destacado, donde los niños dieron rienda suelta a su imaginación, pintando y realizando manualidades que plasmaban sus sueños en papel. Además, redescubrimos la alegría del juego libre, esa que nos hace sentir niños nuevamente, y cerramos con una celebración que incluyó reflexiones sobre el nacimiento de Jesús en nuestros corazones y un festivo baile que nos unió aún más.
Lo más impactante de todo fue lo que aprendimos de los niños. A pesar de las circunstancias difíciles que muchos de ellos enfrentan, nos enseñaron el valor de encontrar felicidad en las cosas sencillas y la importancia de dar desinteresadamente. Cada abrazo, cada sonrisa y cada palabra de agradecimiento dejó una marca indeleble en nosotros.
El domingo culminó nuestra aventura con una visita a la Virgen del Mar, un momento bañado por la luz natural que reflejaba la luz interior que todos llevábamos tras compartir y vivir tantos momentos especiales. Aunque las despedidas fueron emotivas, quedó claro que no se trataba de un adiós, sino de un «hasta pronto», porque experiencias como esta transforman y motivan a seguir buscando y creando nuevas conexiones.
Este evento nos recordó que, en esencia, todos buscamos lo mismo: ser vistos, escuchados y amados. Así que, si te surge la oportunidad de participar en iniciativas como esta, no lo dudes. No se trata solo de lo que puedes dar, sino de lo mucho que recibes: una experiencia que cambia tu perspectiva y, sin duda, tu corazón.
Agradecemos profundamente a la Cocina Económica de Santander, al Colegio de la Purísima y a todas las personas que hicieron posible esta aventura. Nos vemos en la próxima, listos para seguir escuchando y compartiendo latidos.



